martes, 19 de octubre de 2010

Te quiero vivir, vida.



Paso por delante de una habitación, y algo me insta a entrar en ella. Entro, y me aventuro a echar un vistazo por la ventana, simplemente por observar la tarde, simplemente porque creo que es lo que tengo que hacer en ese momento. Lo que veo me sobrecoge tanto que un impulso inevitable hace que tenga ganas de abrir la ventana y que ese espectáculo se desarrolle ante mis ojos; así lo hago.

La abro, y el aire frío de aquella tarde penetra en lo más hondo de mí, haciéndome sentir parte de él, diciéndome a viva voz que yo también soy como él: alguien repleto de vida. Me siento en el taburete, abrumado, y decido limitarme a respirar ese aire, a ser consciente de que respiro; de que inhalo vida.
Me paso todo el tiempo respirando y pocas veces soy consciente de lo maravilloso que resulta el simple hecho de respirar. Se me escapan tantas cosas… qué cierto es. Pero ahora es diferente; ahora quiero vivir. Y, como si quisiera darme las gracias por tan magna decisión, la vida se apodera de mí. Ese aroma otoñal tan familiar hace que me estremezca y que los bellos de mis brazos, erigiéndose sobre la piel, quieran asomarse conmigo a la ventana.

Veo las nubes en el horizonte, tan lejanas, y aún así creo que puedo tocarlas. Escucho las voces de los niños jugando, esos que aún no se han corrompido y son puros, de momento. Veo los árboles vestidos con esa amalgama de colores, como queriendo llamar nuestra atención; esos sábios a los que no suelo prestar atención pero tienen tanto que decir. El cielo, tan sublime, abrazando la inmensidad y diciéndome lo que somos en realidad; una gota en el océano.

Veo todo este cuadro, y con cada respiración voy dejando que se instaure más en mi interior. Cierro los ojos. Las últimas voces de la mente dejan de resonar.
Siento que la vida me ha ofrecido salir a bailar y le he dicho que sí. Me siento vivo, vida. Me siento ser humano.

Gracias por hacerme saber que puedo llegar a ti en cualquier momento, en cualquier lugar, porque formas parte de mí, y de todo lo que me rodea.

Te quiero vivir, vida.

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