miércoles, 8 de junio de 2011

El universo fue importuno al recobrar su existencia


Fue como una silenciosa explosión de luz que anuló al mundo.
Nada existió más allá de ella.
Genarr no tuvo conciencia siquiera de ser Genarr. Tampoco existió el yo. Sólo hubo una bruma luminosa de gran complejidad que, a modo de interconexión, se fue extendiendo y disgregándose en fibras que adoptaron la misma complejidad a medida que se separaban.
Un torbellino y un repliegue, y luego una expansión al aproximarse otra vez. Más y más, de forma hipnótica, como algo que hubiese existido siempre y siempre existiría, sin fin.
Una caída inacabable en una abertura que se ensanchó cuando eso se aproximó sin hacerse más ancho. Cambio continuo sin alteración. Pequeños abultamientos desplegándose hasta alcanzar nueva complejidad.
Y así sin cesar. Ningún sonido. Ninguna sensación. Ni siquiera visión. Conciencia de algo que tenía las propiedades de la luz sin ser luz. Fue la mente adquiriendo percepción de sí misma.
Y luego, de un modo doloroso... si hubiese habido en el universo una cosa llamada dolor... y con un sollozo... si hubiese existido tal sonido en el universo... todo se atenuó y giró en espiral, cada vez más aprisa, hasta formar un punto de luz que centelleó y se esfumó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario