martes, 28 de junio de 2011

El fin de la eternidad y el comienzo del infinito



—Dejad que entremos en los Siglos Ocultos y nosotros lo solucionaremos. Nunca hemos fracasado en conseguir el Bien para aquellos Siglos en los que hemos intervenido.
—¿El Bien? —dijo Noys con un tono suave que parecía convertir aquella palabra en una burla—. ¿Qué es eso? Lo que vuestras máquinas os dicen. Pero, ¿quién instruye a las máquinas y les dice lo que deben pesar en la balanza? Las máquinas no resuelven los problemas con mayor penetración que un hombre, sólo pueden hacerlo más rápidamente, ¡sólo más deprisa! ¿Qué es el Bien para los Eternos? Yo te lo diré. Protección y seguridad. El término medio. Nada en exceso. No aceptar ningún riesgo, si no es con una abrumadora probabilidad a favor del éxito más completo.
Noys dijo:
—Al impedir los fracasos de la Realidad, la Eternidad también impide el logro de los triunfos. Solo haciendo frente a las grandes pruebas puede la Humanidad elevarse a nuevas y mayores alturas. Del peligro y de la aventura han salido siempre las fuerzas que han llevado al Hombre a nuevas y más grandes conquistas. ¿No lo entiendes? ¿No comprendes que al impedir las miserias y fracasos que torturan al Hombre, la Eternidad no le deja encontrar sus propias soluciones, difíciles pero provechosas, las soluciones verdaderas que se obtienen al vencer las dificultades, no al evitarlas?

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