—Le estaba esperando —dijo Gregory—, ¿podemos hablar un momento?
—Por supuesto. ¿Sobre qué? —preguntó Syme con un débil tono de sorpresa.
Gregory golpeó el farol con su bastón y luego el árbol.
—Sobre esto y aquello —exclamó—, sobre el orden y la anarquía. Aquí está su precioso orden, este mezquino farol de hierro, feo y deslucido, y ahí está la anarquía, rica, viviente, reproduciéndose a sí misma; ahí está la anarquía, espléndida en sus verdes y dorados.
—En todo caso —replicó Syme pacientemente—, en este momento sólo puede ver el árbol a la luz del farol. Me maravillaría si pudiera ver el farol a la luz del árbol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario