sábado, 26 de marzo de 2011

La mano muerta de Hari Seldon contra la voluntad viva de Bel Riose

—Seldon y el grupo de colaboradores que trabajaron con él para establecer la Fundación aplicaron la psicohistoria. Lugar, tiempo, condiciones... Todo conspira matemáticamente, y en consecuencia de manera inevitable, para el desarrollo de un Segundo Imperio Galáctico.
—¿Quiere decir que ese arte suyo predice que yo atacaré la fundación y perderé tal y cual batalla por tal y cual motivo? —exclamó Riose, y la voz le temblaba de indignación—. ¿Está intentando decirme que no soy más que un robot estúpido que sigue un curso predestinado que acabará llevándole a su destrucción?
—No —replicó secamente el viejo patricio—. Ya le he dicho que esa ciencia no tiene ninguna utilidad a la hora de predecir los actos individuales. Lo que ha sido previsto es el conjunto, el inmenso telón de fondo...
—Así que estamos atrapados dentro del poderoso puño de la Diosa de la Necesidad Histórica.
—De la Necesidad Psicohistórica —le corrigió suavamente Barr.
—¿Y si ejerzo el libre albedrío que es mi prerrogativa? ¿Y si decido atacar el año próximo, o no atacar nunca? ¿Hasta qué punto es flexible la Diosa de la Necesidad Psicohistórica? ¿Hasta dónde llegan sus recursos?
Barr se encogió de hombros.
—Ataque ahora o nunca, con una sola nave o con todo el poderío del Imperio, con la fuerza militar o con la presión económica, con una declaración de guerra abierta o con una emboscada traicionera... Actúe como quiera y ejercite su libre albedrío hasta el máximo. No importa, porque acabará perdiendo de todos modos.
—¿Debido a la mano muerta de Hari Seldon?
—Debido a la mano muerta de las matemáticas de la conducta humana, que no pueden detenerse, desviarse ni retrasarse...
Se enfrentaron el uno al otro contemplándose en silencio hasta que el general dio un paso hacia atrás.
—Acepto el desafio —dijo—. Será una mano muerta contra una voluntad viva.

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