viernes, 4 de noviembre de 2011
Into thin air
Pero hay hombres para los que lo inalcanzable tiene un atractivo especial. Normalmente no son expertos: sus ambiciones y sus fantasías son lo bastante fuertes para arrinconar las dudas que hombres más cautos podrían abrigar. La determinación y la fe son sus mejores armas. En el mejor de los casos se los considera excéntricos; en el peor, locos [...]
El Everest ha atraído a bastantes de estos hombres. Su experiencia montañera era nulo o muy escasa; ciertamente, ninguno de ellos poseía el bagaje que convertiría la ascensión al Everest en una meta razonable. Tres cosas tenían todos en común: fe en sí mismos, una gran determinación y aguante.
Walt Unsworth
Everest
"Por desgracia, la clase de individuo que puede hacer caso omiso de estas cosas y seguir con la vista fija en la cima suele estar programado también para descuidar las señales de inminente peligro. Este es el meollo de un dilema al que todo escalador en el Everest acaba enfrentándose: para tener éxito has de ser extraordinariamente decidido, pero si lo eres en exceso tienes un pie en la tumba. Es más, por encima de los 8.000 metros, la línea que separa el entusiasmo de la temeridad es fatalmente delgada. De ahí que las laderas del Everest estén pobladas de cadáveres."
Jon Krakauer.
Las dos caras de la montaña más alta del mundo.
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Mal de altura
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